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RITUALES NAVIDEÑOS


Las uvas de la buena suerte

¿Nunca te preguntaste el porqué de tomar las uvas al son de las campanadas? Lamentablemente, esta tradición tiene muy poco de esotérica o mítica y es bastante actual. La idea surge en 1909, un año demasiado bueno para los agricultores en el que hubo un excedente de uva. Para poder dar salida al producto sobrante se empezó a correr el bulo de que al consumirlas el día de Nochevieja se garantizaba buena suerte para el año nuevo. Lo bueno de esto es que ya forma parte de nuestra tradición, y el “efecto placebo” que tiene para nuestra mente es muy positivo, por lo que, a pesar de no estar a favor del consumismo desaforado, la ilusión impregnada ya en nuestra mente es difícilmente sustituible y os recomendamos la ingesta de uva. Para tener un año de excelente suerte, debes comerte las uvas de una en una, al tiempo de cada campanada, mientras se va formulando mentalmente un deseo por cada uva. Pero debes terminártelas a tiempo para tener un año dichoso.

Ropa interior roja para la buena suerte

Esta tradición sí que viene de antiguo, pero tampoco tiene mucho que ver con la navidad, sino más bien con la época de fríos. La costumbre se remonta a la Edad Media, cuando el color rojo estaba prohibido por considerarse símbolo de la brujería. Pero en pleno invierno, cuando las heladas hacen desaparecer el rastro de la mayor parte de la vida, el color rojo se vuelve un símbolo de sangre y de vida, por ello se creía que atraía a la buena suerte. Pero como ese color estaba prohibido, el pueblo las ocultaba dentro de sus ropas, estableciéndose así la tradición hasta la actualidad.

Velas de la suerte

En las fechas en las que se celebra la Navidad en los países originarios de la costumbre, recién entrado el invierno y os días más cortos y fríos del año, la iluminación es bien necesaria si se quiere festejar algo, evidentemente, y desde los inicios de los tiempos el fuego había dado poder al hombre frente a las bestias y una mejor calidad de vida al poder cocinar y calentarse, por lo que se consideraba que era ahuyentador de malos espíritus. Pero hay quien utiliza la Biblia para argumentarlo, diciendo que como la Virgen María alumbró a Jesús en un pesebre sin luz alguna, se deben encender velas y faroles en todos los hogares para conmemorar tan señalada fecha (en otra ocasión os contaré como una error de cálculo y un intento de la antigua iglesia de darle un valor cristiano y divino a antiguas fiestas paganas para no tener que eliminarlas y molestar al pueblo). Hoy día se encienden luces, muchas veces más por el poder estético, pero también para iluminar, purificar y fecundar las ilusiones y esperanzas de paz. Enciende lo que puedas pero sé respetuoso/a con el medio.

El muérdago de la buena suerte

Seguimos con tradiciones. Se considera que el muérdago aporta suerte y fertilidad y por ello se colocaban ramitos de estas plantas en los marcos de puertas y ventanas de los países del norte de Europa. Debido en gran parte al cine, la costumbre llega a nosotros como necesaria de las navidades. La tradición estipula que si dos personas se encuentran en una puerta sobre la que haya acebo o muérdago deben besarse. Y claro, un beso en el frío da calorcito y ganas de seguir besándose…

El árbol de Navidad de la suerte

Antiguamente los pueblos se reunían ante un viejo y majestuoso roble, uno de los árboles más longevos y robustos de los bosques. Se adornaban con piedras, manzanas y productos de cada zona, como una especie de ritual de donación para alegrar a la madre naturaleza. Las bolas, estrellas o angelitos que hoy cuelgan de nuestros árboles de Navidad representan todo aquello que de antaño adornaban a los robles. Y cada uno de estos objetos que colocamos tienen su propio significado: las bombillas eléctricas (sustitutas de las velas) simbolizan la luz del mundo, las bolas de navidad representan la abundancia y la estrella del árbol representa la estrella de belén. Si te gusta más plantar un Belén, el significado de las figuras está muchísima más clara (en cosas curiosas hablaré del “Caganer”, figura mítica de la cultura catalana que se metió anti-coyunturalmente en el Belén), también adorna e implica las connotaciones navideñas.

El color dorado de la buena suerte

En las fechas navideñas, antiguamente no se solía trabajar tanto, pues el frío imposibilitaba muchos trabajos y más la agricultura , y la ganadería se veía muy afectada. Por ello, en la mesa de esas fechas se comprobaba la abundancia de las cosechas y el trabajo de todo el año. Como uno de los metales que siempre han implicado el poderío económico (material en la época en que cuantos más adornos brillantes se llevasen encima más status social se poseía), el color dorada implicaba un magnífico año que se quería cerrar con símbolos que atrajesen la fortuna del año siguiente. Si deseas prosperidad, también debes decorar tu mesa navideña y tu árbol con lo que más te guste pero que sea de dorado.

Las burbujas de la suerte

No entremos en polémicas entre cava y champagne, ni en politiqueos ni boicots de ningún tipo. Bebed (siempre con moderación y siempre con la idea de no coger el coche, pues no sólo te juegas tu vida, la de los tuyos y la de posibles afectados, sino también los puntos del carnet y hasta prisión) lo que queráis, aunque nosotros, por nuestra procedencia catalana, brindaremos con cava. La tradición dice que las burbujas son capaces de atraer la suerte. Los brindis son deseos que el sonido del vidrio de las copas entrechocándose “firma” de alguna manera. Y claro, debe hacerse con alcohol, pues es tradición. En la antigüedad se aprovechaban las primeras fermentaciones del vino para beberlo en estas fechas. Para atraer el dinero a tu vida, tras las campanadas debes brindar con un anillo de oro dentro de la copa.

Los tres deseos para el Nuevo Año de la suerte

Y ya, como colofón, si esperas cosas muy concretas del Año Nuevo, escribe en un papel durante la Nochevieja tres deseos (y que nadie te los lea). Cuando suenen las doce campanadas quema el papel pensando en aquello que deseaste, y así tus deseos se cumplirán. Aunque también te digo que hay muchos deseos y promesas de Año Nuevo que nunca llegan a cumplirse por pereza y por no implicarnos en esos proyectos como se merecen.

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