LAS LEYES UNIVERSALES ( II ):
Ley de vibración
El principio o ley de vibración nos dice: “nada está inmóvil, todo se mueve”. Todo en el cosmos vibra desde el todo que es puro espíritu hasta la más tosca forma material, desde el gran universo hasta el más pequeño de los átomos, la diferencia esta dada por la rata vibratoria: cuanto más alta es la vibración, más elevada es su posición en la escala. La vida es vibración, desde lo más lejana pulsación de un quásar hasta la leve pulsación del minúsculo insecto que despliega sus alas al nacer el día, y muere cuando cae la noche. Absolutamente todo lo que el ser humano percibe a través de sus cinco sentidos incipientes son diferentes grados de vibración que se hacen palpables y visibles en el suave color de una rosa, en el rumor de la brisa, o en la apacible quietud de la piedra aparentemente estática.
La ciencia actual ha comprobado que todo lo que se conoce como materia y energía, son diferentes modos de movimiento vibratorio. Que todo manifiesta en mayor o menor grado de vibración, lo cual produce los cambios de temperatura, de calor y sonido; igualmente ha comprobado que toda partícula tiene movimiento circular al igual que los planetas y los sistemas planetarios, los cuales a su vez giran en torno de otros más grandes y así hasta el infinito.
Este principio explica las diferencias existentes entre las diversas manifestaciones de la materia, de la mente y el espíritu, y nos permite vislumbrar que es posible pasar de plano material al espiritual o viceversa. Un ejemplo que nos puede ayudar entender esta verdad sería el de una hélice, la cual al principio veríamos estática con sus aspas palpables y densas que nos permiten tocarla y ubicarla. Si la hacemos girar constantemente vamos aumentando su velocidad de giro hasta límites casi imaginarios, podríamos observar, que al comienzo sus aspas son plenamente visibles y comienza producir un sonido o ruido de tono grave.
A medida que la vibración aumentando, el sonido se va siendo más sutil hasta que llega un momento en el que no escuchamos nada, ya que gradualmente con el incremento de la velocidad o rata vibratoria vamos pasando por toda la escala musical incluyendo los suprasonidos, los cuales no son captados por el oído humano. Sin embargo, vemos algo que se mueve hasta el punto de desaparecer de nuestra vista material y comienza surgir un color rojo oscuro. A medida que la velocidad aumenta se va tornando en un rojo brillante que pasa posteriormente al naranja, de este al amarillo, del amarillo al verde, luego al azul y posteriormente al violeta, hasta que de pronto se vuelve blanco y entramos en la escala de los supracolores, el ultravioleta y todas las demás tonalidades no captadas por nosotros físicamente.
Con la física experimental se nos dice que un cuerpo llega a superar la velocidad de la luz se descompone, lo que pasa es que entra en una dimensión de vibración mayor. Ahora bien. Por medio de la ley de vibración podemos entender los diferentes grados a nivel dimensional; en la tercera dimensión se manifiesta el plano físico; en la cuarta dimensión está la contraparte de ese plano, allí la vibración es mayor, es por ello que los seres desencarnados no son percibidos por nuestros ojos físicos, ya que ellos se encuentran aquí mismo, solo que vibrando más alto.
Si nos adentramos en el mundo de la quinta dimensión, las cosas serán mucho más brillantes, su vibración será tan elevada que es imperceptible para nosotros y la luz de esos planos están alta, tanto a nivel de calor y luminosidad, que nosotros con esta débil material en la cual estamos sosteniendo nuestros espíritus, nos quemaríamos y no podríamos soportar ni resistir su radiación. Es por ello que los seres que moran en las altas esferas no descienden al plano físico en forma directa, ya que podrían ocasionar un caos.
Por medio de esta ley y con la aplicación consciente del mecanismo de la ley de correspondencia, podremos nosotros elevar nuestra rata vibratoria, lo que nos permitirá dirigirnos junto con la tierra a estratos de mayor vibración (un vez se den los cambios definitivos de la era de piscis a acuario); para ello hemos de desdensificar nuestra materia, hemos de limpiar nuestro cuerpo físico, limpiar nuestras células, eliminar toda serie de toxinas, limpiar nuestros vehículos sutiles para ponernos a tono con la nueva vibración de acuerdo al estrato dimensional en el cual el planeta se está adentrando en esta nueva era. De esta manera, podremos manifestarnos como hombres luz o superhombres. Si nosotros polarizamos nuestra mente en una alta vibración, las bajas vibraciones no nos afectarán. Esto demuestra claramente que lo que yo siento no depende de lo que piensen los demás sino de lo que yo mismo pienso.
Entonces no podemos echarle la culpa a nadie si nos sentimos mal, si tenemos preocupaciones o dolores, ya que todo esto lo hemos ocasionado nosotros mismos a través de manejo inadecuado o adecuado de nuestro libre albedrio o voluntad.
Ley de polaridad
El principio o ley de polaridad nos dice que: “todo tiene su par de opuestos, todo es dual, todo tiene dos polos, los semejantes y los antagónicos son lo mismo, los supuestos son idénticos, pero diferentes en grado, los extremos se tocan”.
La ley de polaridad explica que lo que separa a cosas diametralmente opuestas es solamente cuestión de grados y afirma que todo par de puestos pueden reconciliarse mediante la aplicación de este principio, el cual ha servido de punto de partida para grandes avances de la ciencia y que nos ha llevado a comprender como todo movimiento es un todo, o sea el resultado de dos fuerzas contrarias: una centrifuga y otra centrípeta.
Veamos cómo se manifiesta esta ley en los diferentes planos: por ejemplo en el plano físico, podremos ver que el calor y el frío aunque parecen ser dos cosas diferentes son realmente una misma temperatura expresada en diferentes grados de una misma escala térmica. Lo que nos permite conocer el calor es la existencia del frío y viceversa; lo mismo nos permite apreciar como existe lo negro y lo blanco, la luz y las tinieblas, lo grande y lo pequeño. Cuando se dice que toda verdad es relativa, o que las verdades son semiverdades es por la razón de que nada es definitivo; tenemos el caso de la oscuridad y la claridad: si partimos de la oscuridad llegará un momento en el que poco a poco irá penetrando la luz y tendremos un momento en que no sabemos si hay oscuridad o claridad pues habrá penumbra y si seguimos ascendiendo en grados de luz llegara un momento en que donde teníamos oscuridad terminará por haber claridad, de tal modo que lo que estaba oscuro era susceptible de ser transformado; por lo tanto, esa oscuridad no era verdad definitiva sino una verdad a medias.
Jamás existe la oscuridad total, ya que siempre dentro del átomo hay un centro que es luz, aunque no sea perfectible por nuestros ojos, o sea que dentro de la oscuridad habita la luz. Otro ejemplo podría ser el viajar con rumbo norte: si avanzamos y avanzamos llegara un momento en el que estaremos viajando rumbo sur.
En el plano mental también podemos observar este principio: es así como encontramos que el amor y el odio parecen dos sentimientos opuestos, totalmente irreconciliables, pero aplicando el principio de polaridad, encontraremos que no existe un amor absoluto ni un odio absoluto y que el amor mismo puede transmutarse en odio o bien suceder al contrario. Un hombre temeroso puede pasar a lo largo de una línea miedo, valor y llegar a un estado de valentía-heroísmo. Un individuo perezoso puede por medio de grados de voluntad llegar a ser muy activo o también puede darse lo contrario. El espíritu y la materia son polos de la misma cosa, siendo los estados intermedios solamente diferentes grados vibratorios. Todo es cuestión de grados y de acuerdo con ello se clasifican en positivos y negativos; es así como el amor es positivo y el odio negativo; la fe es positiva y el miedo negativo.
La práctica de este principio nos facilita comprender mejor nuestros estados mentales, así como los de los demás y nos prueba que estos son únicamente diferencias de grados, los cuales podemos elevar por medio de nuestras vibraciones interiores a voluntad y hacernos dueños de esos grados en lugar de ser sus servidores. Igualmente, por medio del uso adecuado de la ley podremos ayudar a otros inteligentemente, polarizando situaciones, pero antes debemos adquirir el arte y el poder de polarizamos nosotros mismos, ya que de otra manera no podremos polarizar otros ambientes, personas o cosas, hay que comenzar por uno mismo.
Esta ley o principio nos dice que: “todo fluye y refluye”, todo tiene sus periodos de avance y retroceso, todo asciende y desciende, todo se mueve como un péndulo, la medida de su movimiento hacia la derecha la misma de su movimiento hacia la izquierda.
El ritmo es la ley de compensación, es el reflejo de la vida misma. En el universo todo se manifieste en un determinado movimiento de ida y vuelta. Todo asciende y desciende, todo tiene su avance y retroceso porque todo obedece a periodos cíclicos en los cuales podremos observar tres etapas o momentos: expansión, descenso y recuperación.
En la tierra tenemos como expresión de la ley del ritmo las mareas, la forma como suben y bajan; el ir y venir de las olas del mar ilustran perfectamente estos tres pasos o etapas. Esta ley rige al igual que todas las demás para el cosmos, los planetas, soles, animales, plantas, el hombre y su medio. Igualmente se manifiesta en los gobiernos, la economía, los negocios, y la resultante de todos ellos, nuestros estados anímicos y emocionales. Por medio de ella nos podremos explicar la razón por la cual a una gran alegría desbordante, le sigue un periodo de tristeza; a una risa descomunal, le sigue el llanto; a momentos de dolor y angustia le suceden y superan momentos de placer y tranquilidad. Esto nos lleva al conocimiento de que si aprendemos aportar los goles de la vida podremos alcanzar los momentos felices de la misma.
Al lograr elevarnos al plano superior escapamos de la oscilación y por lo tanto escapamos de la rueda kármica o rueda de encarnaciones y nos ubicamos en un punto tal, que lograremos alcanzar el amor, la perfección y la verdad. Esa verdad que es una sola y que es todo lo bueno y perfecto, aquella verdad a la cual se refería el maestro Jesús cuando decía “conoced la verdad y ella os hará libres”.
CONTINUARA...
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