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ARQUIMEDES II

ARQUIMEDES II:

Física: Las aportaciones más importantes de Arquímedes a la física son las relativas a la hidrostática y el equilibrio de los cuerpos. Sin duda, sus conocimientos geométricos resultaron fundamentales para determinar el centro de gravedad de los objetos sólidos. Especial interés revisten la ley fundamental de la palanca enunciada por el sabio, y el descubrimiento de la polea compuesta, basada en la ley anterior, que sería empleada por Arquímedes para mover un enorme barco.

En cierta ocasión, Arquímedes le planteó al rey de Sicilia, Hierón, el reto de mover cualquier peso, por grande que fuera, con la simple condición de contar con un objeto firme en el que poder apoyarse. De este episodio ha pasado a la posteridad su célebre frase: «Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo»

El rey le propuso entonces demostrar tal afirmación moviendo una gran galera anclada junto a la playa, que debía trasladar a tierra firme. Mediante cuerdas, poleas y palancas, colocadas adecuadamente, y aplicando los resultados de sus experimentos, el sabio consiguió su propósito. Incluso el propio rey pudo realizar el «milagroso» experimento con sus propias manos. El soberano cogió la cuerda, tiró de ella y comprobó cómo la proa de la nave se levantaba lentamente. La multitud que observaba la extraordinaria hazaña prorrumpió en aclamaciones; Arquímedes recibió la felicitación del rey.

Se le atribuyen muchos descubrimientos: desde el principio que lleva su nombre hasta la medición del diámetro aparente del Sol y el principio de la palanca. En este sentido, la frase que se le atribuye: «Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo» es absolutamente cierta, porque, de hecho, es posible levantar un peso muy grande con muy poco esfuerzo haciendo fuerza en el extremo de una palanca muy larga y colocando el peso cerca del punto de apoyo.

El Tornillo de Arquímedes, o tornillo sin fin, es una máquina hidráulica utilizada en Egipto para el riego de los campos muy distantes del Nilo, y en España para bombear el agua de las minas. Aunque algunos dudaron de la paternidad del sabio siracusano, los documentos papirológicos demuestran que esta máquina es posterior al siglo III a.C. En uno de los frescos de Pompeya aparece un tornillo sin fin instalado horizontalmente y accionado por un pequeño esclavo. Este instrumento, simple pero eficaz, se difundió ampliamente durante la Antigüedad, y todavía se utiliza en Egipto.

TORNILLO DE AGUA

Arquímedes debe su fama a sus famosos inventos mecánicos, como las máquinas de guerra o el tornillo para elevar agua con el fin de irrigar los campos. Esta máquina, llamada tornillo de Arquímedes, consiste en un cilindro dentro del cual rueda un helicoide (véase el dibujo superior). También son suyos los inventos de la rueda dentada y la polea móvil, aunque se cree que este tipo de inventos representaba para él sólo un juego.

El principio de Arquímedes: Pero, sin duda, el descubrimiento más célebre de Arquímedes es el relacionado con ll pérdida de peso que experimentan los cuerpos cuando se sumergen en un líquido.

BAÑERA DE ARQUIMEDES

En una ocasión, al mencionado rey Hierón le regalaron una corona de oro. Según cuentan, encargó a Arquímedes determinar si era de oro puro o contenía otros mi tales menos apreciados, como la plata. Para solucionar el problema, era necesario hallar la densidad relativa de la corona, sin destruirla, y comparar este valor con el del densidad relativa del oro.

Arquímedes, si bien al principio no supo dar respuesta a la cuestión que se le planteaba, halló la solución de manera accidental, mientras tomaba un baño. Observó que cuando su cuerpo se sumergía en la bañera, completamente llena, de agua se desbordaba. Se dio cuenta entonces de que el peso de un cuerpo sumergido en agua era inferior a la medida observada si se pesaba en el aire. Obviamente, el agua ejercía una fuerza hacia arriba, que equilibraba, en parte, la fuerza de la gravedad.

Entonces Arquímedes realizó el experimento siguiente: tomó un recipiente completamente lleno de agua e introdujo en él una pieza de oro de peso análogo al de la corona; a continuación, pesó él agua que se desbordaba. Después volvió a llenar de líquido al completo el recipiente, y sumergió la corona del rey, procediendo, igualmente, a registrar el peso del agua desbordada.

Arquímedes dedujo que la densidad relativa de la corona era igual al cociente entre su peso y su pérdida de peso cuando se la sumergía en agua; por lo tanto, tal magnitud podía determinarse pesando la corona primero en el aire y luego en el agua. En el caso de que la corona fuera completamente de oro, el peso del agua desbordada en ambos casos debería ser el mismo, cosa que no ocurrió. Las densidades de ambos cuerpos, por lo tanto, debían ser diferentes, por lo que la concluían estaba clara: el rey había sido engañado.

Los resultados que Arquímedes extrajo de este sencillo experimento pueden generalizarse a cualquier fluido: la fuerza ejercida por un fluido sobre un cuerpo sumergido total o parcialmente en él depende de la densidad del fluido y del volumen del cuerpo, pero no de la composición ni de la forma del objeto; este valor es equivalente en módulo al peso del fluido desalojado por dicho cuerpo. Es el llamado «principio de Arquímedes», fundamento de la flotación de los cuerpos, tanto para medios líquidos como gaseosos.

Los resultados de esta experiencia fueron expuestos por el sabio en su libro Equilibrio de los cuerpos flotantes.

¿Por qué construyó máquinas de guerra? Vivió en los años de las guerras entre Roma y Cartago, por eso contribuyó activamente a la defensa de su ciudad asediada por las tropas romanas, al mando del cónsul Marcelo. Para esta ocasión construyó unas máquinas de guerra que hicieron muy difícil a los romanos la conquista de la isla de Sicilia. Se cuenta que logró quemar las naves romanas maniobrando desde lejos los terribles espejos ustorios, que funcionaban como lentes que concentraban los rayos del sol. Las naves que lograban huir del rayo de fuego de sus espejos tenían que hacer frente a otro invento suyo: un artilugio que, tras elevarlas un poco en el aire, las estrellaba contra la costa escarpada. Durante el asedio de Siracusa, Arquímedes, deseoso de salvar su ciudad, construyó también la catapulta múltiple, capaz de arrojar masas esféricas de un quintal de peso, y preparó proyectiles de largo alcance.

MUERTE DE ARQUIMEDES EN EL SITIO DE SIRACUSA

En el año 216, cuando Arquímedes tenía más de setenta años de edad, murió el tirano (rey) Hierón, que había sido su pariente. Siracusa decidió aliarse con los cartagineses —era en el transcurso de la segunda guerra púnica— y le puso sitio un ejército romano al mando del cónsul Claudio Marcelo. Arquímedes era viejo y deseaba continuar tranquilamente con sus estudios. Sus conciudadanos, empero, conociendo sus dotes intelectuales, se dirigieron a él para que colaborara en la defensa de la ciudad. Arquímedes, que siempre había sabido cumplir con sus deberes cívicos, accedió. La tripulación de una de las naves sitiadoras que había osado acercarse a las fortificaciones, vio aparecer, con el despuntar del día, por encima de las murallas, una especie de monstruosa y enorme tenaza que aferró entre sus garras al navío, lo sacudió con fuerza y casi lo destruyó. Era una máquina bélica proyectada por Arquímedes, que funcionaba sobre la base de palancas y poleas. Al mismo tiempo, desde las murallas y desde las fortificaciones comenzaron a caer sobre las otras naves ancladas a corta distancia, flechas y pesadas piedras lanzadas con catapultas, que destruían puentes y cascos, destrozaban los mástiles y daban muerte a los tripulantes.

¿Cómo murió Arquímedes? Los testimonios que nos han quedado afirman que fue un hombre siempre inmerso en las lucubraciones matemáticas. Hasta tal punto que cuando los romanos, ya vencedores, entraron en su casa, en el 212 a.C, y le conminaron a seguirles, él les pidió que esperaran a que acabase el problema de geometría que tenía entre manos, pero un soldado impaciente lo asesinó.

LA TRÁGICA MUERTE El asedio romano continuó con la implacabilidad con que los romanos procedían en tales casos. Durante cuatro años pudo defenderse Siracusa, hasta que en el año 212, el día de la fiesta de la diosa Artemisa, las tropas sitiadoras lograron entrar en la ciudad y la saquearon. Durante estas horas trágicas, varios soldados romanos penetraron en la casa de Arquímedes. El sabio hallábase sumido en sus cálculos geométricos y no oyó siquiera la gritería, el fragor de las armas y el pataleo de los caballos que llegaban de afuera.

Uno de los soldados llegó hasta la sala donde el sabio trabajaba, ajeno a la tremenda lucha que se libraba en la ciudad. Se dice que el intruso experimentó desconfianza- hacia el anciano, absorto en su trabajo, y supuso que su actitud debía ocultar algún ardid. Arquímedes había trazado algunas figuras geométricas en el piso, y al ver las sandalias del insólito visitante demasiado cercanas a sus dibujos, formuló una advertencia pidiéndole que tuviera cuidado de no pisarlos. El soldado, que estaba contemplando con codicia los instrumentos, atribuyéndoles valor considerable, levantó su espada y asesinó fríamente al anciano. Éste tenia entonces setenta y cinco años.

Curiosidad: Se le ha dado el nombre de Arquímedes a un círculo de montañas lunares de unos 80 Km. de diámetro.


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